Primero fueron las academias, que no eran otra cosa que cafés atendidos por camareras con las que los parroquianos podían compartir una pieza de baile o “de las otras”. Las más conocidas fueron las del barrio San Cristóbal, ubicadas en Solís y Estados Unidos, Combate de los Pozos e Independencia, Rincón y Garay, Constitución y Matheu, San Juan y Rincón y, quizás la más recordada por haber sido inmortalizada en un tango sea la de Hansen”, después Café Tarana, en pleno Parque 3 de Febrero, que abrió sus puertas en 1875 a metros de la Avenida Sarmiento, frente a las vías que pasaban por lo que hoy es la Av. Figueroa Alcorta.
En los comienzos del siglo XX, sin llegar a ser puramente un café, surgieron en los barrios de Recoleta y Palermo algunos de los lugares más célebres del tango, de ahí la mención necesaria en este trabajo.
Algunos de los más famosos fueron el Palais de Glace, que subsiste en Libertador y Schiaffino devenido en museo y el Armenonville, en Libertador y Tagle. Justamente esta empresa, Armenonville, abrió allí por 1910 otra variante, el cabaret Royal Pigall, ubicado en Corrientes y Esmeralda, locales que fueron fuente de inspiración de muchas letras de tango. Extenso sería recordarlos a todos, pero basta con nombrar el Maipú Pigall, el Casino Pigall, ambos de la calle Maipú; el Montmartre, Corrientes 1436; el L’Abbaye, Esmeralda 556; el Chantecler, Paraná 440, local en donde se destacara Juan D’Arienzo; el Tabarín, Suipacha 580; el Tabarís, Corrientes 865 y el Abdullah Club, de la Galería Güemes, más tarde llamado Florida Dancing.
CABARET MONTMARTRE
Aquel cabaret Montmartre
en plena calle Corrientes
donde el que se hacía el valiente
lo sacaban en un catre
(...)
Arolas, Cobián y Tito:
tal era el rubro del trío
que en el pasado bravío
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