Cafetín de Buenos Aires

Sobre tus mesas que nunca preguntan lloré una tarde el primer desengaño

Cafetín

Por los viejos cafetines siempre rondan los recuerdos de un país y de un amor.

Café la humedad

Café La Humedad, billar y reunión. Sábado con trampas.¡Qué linda función!

Cafés que hicieron historia

martes, 4 de octubre de 2011



Distintos autores se ocuparon de establecer cual fue el primer café de Buenos Aires; Ricardo Lafuente Machain sostiene que el primero fue el denominado De los Trucos, que diera nombre a la cuadra sur de la Plaza de Mayo. Ubica su existencia por 1779 y su nombre posiblemente derive de Trueque o Truco, una especie de billar parecido al actual pool.


Según la una publicación electrónica “los cafés eran los ámbitos naturales de discusión política y la sede de las distintas facciones que discutían acaloradamente en mayo de 1810. Los más famosos eran el café de Marco, el de la Victoria, el de los Catalanes y el de Martín. Todos tenían mesas de billar y amplios patios”. Sin embargo, el café más importante por aquellas épocas parece ser, como sostiene Juan Carlos Giusti en “La vida de nuestro pueblo”, el Café De Marco.


Destacado por la actividad política que en él se desarrolló estaba, ubicado en aquel entonces en la esquina de Santísima Trinidad y San Carlos, cerca del Colegio San Carlos, hoy Nacional Buenos Aires. En 1801, el telégrafo mercantil publicó: “Mañana jueves se abre con superior permiso una casa café en la esquina frente del colegio, con mesa de billar, confitería y botillería. Tiene hermoso salón para tertulia, y sótano para mantener fresca el agua en la estación de verano... A las 8 de la noche hará la apertura un famoso concierto de obligados instrumentos”.


Dice Martín Zubieta: ...el café de Marco, donde tipos como Bernardo de Monteagudo o Juan José Castelli desparramaban pasiones patrióticas en los años de la Revolución de Mayo.


No obstante esta puja por la primacía, con anterioridad ya había funcionado el Café de los Catalanes, que abrió un 2 de enero de 1779, en la esquina de Cangallo y San Martín, y funcionó hasta 1873. En él se produjeron las primeras manifestaciones contra el régimen que representaba el Virrey Cisneros. Por ello, al recordar los Catalanes no hacemos más que rescatar el origen propio de la patria, el despertar de una nueva nación, la que contó con la organización de jóvenes reaccionarios ávidos en forjar un nuevo país. Esta sola circunstancia, debiera alcanzarnos para recordar el valor histórico del Café de los Catalanes.


Durante la época de la Revolución de Mayo ambos cafés competían políticamente, mientras al de los Catalanes concurrían los “saavedristas” como Deán Funes, Enrique Martínez y Fernández Grimau; los “morenistas” Lucio Mansilla, Francisco Seguí o Julián Alvarez eran habitúes del De Marco.


En el escrito Un ingles en Buenos Aires de Thomas George Love, conocido como Mister Love, en sus memorias sobre el Buenos Aires de 1820 cita: “el café de la Victoria, en Buenos Aires, es espléndido y no tenemos en Londres nada parecido (estaba ubicado en la esquina de Bolívar y Victoria, hoy H. Yrigoyen); aunque quizá sea inferior al Mille Colonnes y otros cafés parisinos. Dignos de mención son el ‘San Marcos’, el ‘Catalán’ y el ‘café de Martín’. Todos ellos tienen patios tan grandes como no podría darse en Londres, donde el terreno es tan caro. En verano están estos patios cubiertos de toldos, ofreciendo un placentero refugio contra el calor y el sol y tiene aljibes con agua potable. Nunca falta en estos café una mesa de billar siempre concurrida - juego muy apetecido por los criollos - y las mesas están siempre rodeadas de gente. Las paredes están cubiertas de vistoso papel francés con escenas de las Indias y Tahití, escenas de Historia romana”.


En ese mismo trabajo, hay un apartado para referirse a los mozos, el mismo es tan interesante que vale la pena trascribirlo:


“Los mozos de café son extremadamente curiosos y hacen preguntas indiscretas pero en tal forma que uno no puede enfadarse. Uno de estos caballeros que entabló conversación conmigo me hizo varias preguntas sobre Inglaterra y los ingleses, declarando que estos últimos eran sus clientes extranjeros preferidos - cumplimiento que yo recibí con la debida cortesía -. Pero, súbitamente, inquirió por qué razón los ingleses tenían la cara tan rubicunda. No podía referirse a mi, que soy moreno y pálido; respondí que los ricos bebían gran cantidad de oporto y los pobres de cerveza, lo cual explicaba el color encendido de la tez...”


También sobre ellos se refirió José Antonio Wilde, el que describe que “respetaban poco a los concurrentes, presentándose en verano en mangas de camisa, y ésa, no siempre de una limpieza intachable, y muchas veces, fumando su cigarrillo” y avanza aún más sobre ellos en otro capítulo, cuando describe al mozo de fonda: “los mozos se presentaban en verano, a servir en mangas de camisa; baste decir que sólo se ponían la chaqueta para salir a la calle, esto es cuando no la llevaban colgada sobre un hombre a lo gitano: en chancletas y algunas veces aun sin medias, y como los del café, fumando su papelillo, y con el aire más satisfecho del mundo, entrando en conversación tendida y familiar con los concurrentes”. Obsérvese en este caso, la coincidencia con Thomas Love respecto de lo confianzudo de estos mozos.


En el Café de la Victoria se festejaron los triunfos de las batallas de Ayacucho y de Juncal, agasajando al Almirante Brown por esta última.


Otro de los ilustres cafés de esa época es el que se conoció como de la Comedia, ubicado en el pasaje que existió frente a la Iglesia de la Merced.


Según José Antonio Wilde, en su libro “Buenos Aires desde 70 años atrás”, refiere que “los cafés más lujosos y mejor atendidos, eran el Café de Marcos y el de la Victoria; seguía el de Catalanes, Martín, Santo Domingo y varios otros de segundo orden”.

Agrega más adelante que el de los Catalanes fue uno de los que más perduró y trazando una cronología sobre sus distintos dueños, nos cuenta que habría sido su fundador un tal José Bares, apellido por demás oportuno para el dueño de un café.

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